LISBOA: cause con punto latente
By @dmon_life
Y que decir? cuando uno tiene deseo de viajar y el temor por la angustia de hacerlo, engrilleta tu sueño...pues que los nudos no se deshacen solos! La motivación no hay que frenarla por el miedo, porque armonizar lo que queremos con lo que hacemos abre la puerta de la felicidad.
Siempre se puede recurrir al apoyo de los valientes que no temen a nada, al libro que te inspira, al deseo que no reprímes y la voluntad florece por si sola.
Uno de mis viajes con toda la cocktelera de inseguridades fue a Lisboa. Una aventura que realice en coche con amigos y del cual,conservo un gran recuerdo. La sensación de ver con mis propios ojos como atravesamos el puente "25 de abril" con sus infinitos cables de hierro, vaticinaba que entramos a lo grande.
Con su llamativo bermellón que teñía el cielo, nos adentraba a esa desconocida Portugal.
El cansancio del viaje, que no se hizo notar, fue poner el primer pie sobre aquellos adoquines que dibujaban un mosaico en forma de olas, sus patrones negro y blanco determinaban una orilla ficticia la cual invitaba a sentirlos con los pies desnudos.
Me llamo la atención el descuido del paso del tiempo,lo abandonada de cariño que anhelaba sus rincones, pero pronto comprendí que ahí residía su encanto.
Solo con ver ese majestuoso elevador de Santa Justa, los pasos del tranvía de época y el olor a esos pasteles de Belén, nutrían ese desconocido hipotálamo por el que se respiraba la atmósfera de la infancia abriendo a golpes las barreras de la inseguridad.
Con todas esas emociones fuimos cargando hasta el centro, en busca de alimento para nuestras miradas. De pronto una pared agrietada con el mejor de los grafittis: un mapache gigante, observando nuestro lucero, para concientizar sobre la basura que creamos sin ser conscientes de nuestra desgracia.
De eso trata ésta ciudad con encanto, de establecer un vínculo con mucho eco,para no dejar indiferente a quien lo visita, una decadencia estudiada con sabor a fantasía.
Una vez vista la ciudad, tocaba cambiar de aires a la naturaleza mas calmada que reside en Portugal: un desplazamiento a Sintra que hizo sacar nuestra parte mas índole al mimetizar nuestros sentimientos. Con aquel Palacio "Quinta da Regaleira" cuyo interior absorbía todo ruido cosmopolita de todo aquél que profundizaba por sus recónditos jardines, grutas de lo mas inverosímiles, donde el tiempo funcionaba a otro ritmo, marcado siempre por nuestra curiosidad.
El famoso pozo con una energía casi demoníaca, te atrapaba por un espiral de escalones gélidos donde el rumbo era difícil de establecer por muy disciplinada que tuvieras la cordura. Los huesos se convertían en parte de nuestra respiración. Un ambiente ancestral que venía sellada por siglos de una consumida batalla, una época que te hacía partícipe con solo tocar cualquier guijarro de canto afilado.
Nunca hay que dejar que el miedo paralice el sentir con los poros de la piel.
Experimentar sensaciones recién descubiertas, obligan a ese precipicio del miedo a que sus cimientos se vuelvan cada vez mas cortos.
Hasta aquí el final de un trayecto visto desde los primeros ojos de un desconocido.
Por todo ello animo a viajar,a conocer, a abrir la mente a lugares que nos cambia el horizonte de nuestro destino....a llenar esa parte profunda que siempre va bien alimentar para sentirnos mas completos.
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